El papel de los consumidores en el desarrollo sostenible

Hay tres factores clave a tomar en cuenta cuando se habla de desarrollo sostenible. En primer lugar está la conservación del medio ambiente, algo que es posible mediante la implementación de métodos y prácticas que no tengan un impacto negativo sobre los ecosistemas. Luego se encuentra el respeto de los derechos humanos, donde se incluyen conceptos como la igualad y la democracia. Por último, pero no menos importante, está el hecho de trabajar en conjunto para mejorar la calidad de vida de las futuras generaciones.

 

Las áreas antes mencionadas no son independientes entre sí, dado que repercuten una sobre la otra y afectan los resultados que se puedan obtener a mediano o largo plazo. De este modo, la dimensión social está profundamente relacionada con la agricultura, que es indispensable para la producción de alimentos naturales y que las personas puedan mantener una dieta balanceada.

Todos los segmentos de la sociedad tienen una influencia, en mayor o menor medida, sobre cómo las empresas llevan a cabo sus procesos de producción. Esto se debe a que cada persona bebe o consume diferentes clases de productos, demostrando que su decisión de compra tiene una clara repercusión en el ámbito privado. Lo mismo se aplica en el sector agroalimentario y sus actividades.

 

Tomando en consideración lo previamente detallado, se puede concluir que los consumidores finales tienen la obligación de elegir productos que sean el resultado de prácticas responsables y éticas. Entre ellas, hay que destacar la “Operación Polinizador”, que se ha podido establecer con éxito en diferentes partes de mundo e incentiva la biodiversidad en las zonas de cultivo. La empresa española Grupo Lucas forma parte de este programa, que está orientado a la conservación del medio ambiente.

 

Para profundizar en esta afirmación es necesario tener en claro el concepto de agricultura sostenible, que básicamente consiste en el correcto uso de métodos y técnicas de cultivo que no interfieran con los ecosistemas de la zona. Se deben considerar aspectos como el suelo, el agua y el clima, así como su relación con las poblaciones cercanas y cómo los cambios que se lleven a cabo repercutirán en su vida cotidiana.

 

Con el objetivo de integrar todos estos factores, las empresas del sector agroalimentario tienen que estar en la capacidad de estudiar el medio ambiente y su relación con la sociedad. Asimismo, no se pueden dejar de lado las variables económicas. De esta manera, solo queda decir que los consumidos finales deben interactuar activamente con el mercado, siempre exigiendo productos saludables, y respaldando a las empresas que practican una agricultura responsable con el medio ambiente.